Tuesday, June 12, 2007

El misterio del nacimiento de Bill Richardson

SAN JOSE, CA - Esta tarde, el gobernador Bill Richardson, recordó el día en que el mes pasado llamó a su mamá a ciudad México y le dijo que quería ser presidente. La respuesta de la anciana de 92 años fue todo un poema: “¿De qué?”.

“Ella no tenía ni idea, siempre fue una señora de carácter fuerte que vive en el distrito federal y rehúsa dejar de ser mexicana”, dijo el candidato demócrata, a una audiencia de jóvenes estudiantes de la National Hispanic University, a quienes habló de sus planes presidenciales y preguntó que pensaban sobre el problema migratorio. Pero también les reveló un secreto de familia, el secreto de su nacimiento.

Desde que decidió lanzarse a la presidencia el mes pasado, Richardson ha enfrentado un problema. Le preguntan constantemente qué es, ¿si un candidato latino o americano? Y su respuesta es siempre la misma: “Soy un candidato americano que resulta ser hispano”. Lo que pasa, y lo enfatiza con humor, es que mucha gente no entiende cómo un hispano tiene un apellido anglo. Y, al inicio, otros dudaban que él – un hispano – pudiera ser presidente si, posiblemente, no había nacido en Estados Unidos. La verdad es que Richardson es el único miembro de su familia que nació en Estados Unidos. Su padre, pese a ser estadounidense nació en Managua, Nicaragua, y su madre, en México. “Por eso nací en Estados Unidos, mi padre siempre tuvo el complejo de que él no había nacido aquí”. Y la historia no es difícil de contar. Resulta que William Richardson fue enviado a Ciudad México a abrir la sucursal del banco donde trabajaba. Y allí se enamoró de su secretaria, la bella Maria Luisa López Collada. Pronto salió embarazada, pero William fue claro en sus proyectos. “Le dijo a mi madre que yo tenia que nacer aquí”, recordó el gobernador. Y así fue como un día la familia se montó en un tren y fueron a dar a Pasadena, porque era el único lugar donde tenía familiares que pudieran cuidar a Maria Luisa. Allí nació Richardson, el 15 de noviembre del año 1947. Y como Maria Luisa fue a Pasadena apenas para parir, tras el parto la familia regresó a inmediato a Ciudad México. Y allí vivió el ahora candidato, hasta que en 1961 fue enviado a Massachusetts a estudiar en la secundaria.

“Mi padre siempre me decía que si quería hacer algo en la vida que fuera el mejor y yo entendí que para eso había que esforzarse un poco más”, dijo el gobernador a los estudiantes. “Mi madre siempre insistía en que tenia que ser fuerte”, añadió. “Lo que estoy tratando de decirles es que deben agradecer a sus padres lo que han hecho por ustedes. Yo nunca pude darle las gracias al mío por haber traído a mi madre a Estados Unidos para que yo naciera aquí. Por eso cuido mucho a mi madre. Traten bien a sus viejos, agradézcanles todo lo que hacen por ustedes, porque ellos siempre han puesto en ustedes más expectativas que las que tuvieron”, dijo, abriendo los brazos como que queriendo abarcarlos a todos. Los muchachos lo miraron en silencio. Fascinados. No se perdieron ni un detalle de su larga conversación. Al llegar al recinto, su viejo amigo, el director de la universidad, David López, lo recibió con un “Governor, welcome to the National Hispanic University, amigo”. Minutos después, dentro del elevador rumbo a la biblioteca, le recomendó que le hablara a los estudiantes sobre su vida. “Eres un modelo a seguir”, justificó. Y Richardson lo cumplió con creces. Cuando terminó, hubo un silencio inicial en la imponente biblioteca del recinto escolar. Los muchachos reflexionaban. Pero rápidamente en la audiencia resonó un atronador aplauso. En esa biblioteca, sobre una mesa está permanentemente abierto un atlas geográfico editado en 1999, en la lamina 110 que ocupa dos páginas. Es el mapa de México, que si no fuera por el complejo de su padre, seria hoy la patria de Richardson. Pero no lo es, porque si lo fuera, el gobernador nunca podría llegar a presidente de Estados Unidos. Fue tal vez por eso, que el viejo Richardson decidió un día montar a Maria Luisa en el tren rumbo a Pasadena. Pero nadie sabe. Es el misterio del nacimiento de Bill Richardson. (Rui Ferreira/El Nuevo Herald)

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